10 julio 2022

ISLAS IMAGINARIAS
SAN BRANDÁN · TREASURE ISLAND

Marie-José Lemarchand, en el prólogo a su edición de El viaje de San Brandán, del arzobispo Benedeit, tras hacer referencia a las identificaciones de la isla paradisiaca adonde Brandán es conducido, bien con una octava isla por descubrir perteneciente al archipiélago canario, bien con el Furdunstrandi precolombino de Eirik el Rojo, encauza su exposición de esta forma: “Volvamos al único mundo recorrido por el Brandán del texto, el mundo de la literatura; a la Navigatio, fuente latina del Viaje, especie de Eneida cristianizada.” (Navigatio Sancti Brendanni Abbatis, obra escrita en el siglo X, en la región renana, por un monje de los Scotti Litterati.)





He aquí la bestia inmensa, la isla nave que conduce a San Brandán y sus compañeros a la isla de los pájaros. Sin embargo, lo que más les aterrorizó fue la transparencia del mar, con todas sus criaturas echadas en el fondo, en multitud, “como una ciudad de círculos, como rebaños tumbados en sus pastos.”





Ignoramos la posición de esta otra isla, ya que –como dice Jim Hawkins– aún quedan riquezas enterradas en ella. El propio Stevenson la trazó mientras jugaba con su hijastro, durante unas vacaciones en Escocia, en las que el tiempo de su país le obligó a quedarse en el lugar donde se alojaba, aunque ese mapa, según parece, nunca llegó a manos de sus editores. Noche tras noche, fueron añadiéndose personajes, lugares y detalles. Cuando surgió la figura de John Silver, la narración dio comienzo. (Robert Louis Stevenson, ‘My First Book: Treasure Island’.)

En la película Qué verde era mi valle (How Green Was My Valley, 1941), el benjamín de la familia de mineros convalece tras su accidente. El párroco viene a visitarlo y le entrega un libro. El muchacho lee en la cubierta: “Treasure Island.” “Con gusto estaría donde tú estás ahora –le dice el párroco–, si con ello volviese a leer este libro por vez primera.”

Es el mayor elogio que alguien puede hacer de una obra de ficción, el aviso para embarcar, en el surco de una abigarrada corriente, hacia los tesoros que quedaron en la isla.







Island
Afternoon Talk

(from:
I Love That Netlabel)

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