AS YOU LIKE IT
Elle est blonde avec des yeux noirs
Ô la belle famille! - jeunes amoureux romanesques, demoiselles vagabondes, serviables suivantes, bouffons caustiques, valets et paysans naïfs, rois débonnaires, dont le nom est ignoré de l’historien, et le royaume du géographe ; graciosos bariolés, clowns aux reparties aiguës et aux miraculeuses cabrioles ; ô vous qui laissez parler le libre caprice par votre bouche souriante, je vous aime et je vous adore entre tous et sur tous : - Perdita, Rosalinde, Célie, Pandarus, Parolles, Silvio, Léandre et les autres, tous ces types charmants, si faux et si vrais, qui, sur les ailes bigarrées de la folie, s’élèvent au-dessus de la grossière réalité, et dans qui le poète personnifie sa joie, sa mélancolie, son amour et son rêve le plus intime sous les apparences les plus frivoles et les plus dégagées.
Dans ce théâtre, écrit pour les fées, et qui doit être joué au clair de lune, il est une pièce qui me ravit principalement ; - c’est une pièce si errante, si vagabonde, dont l’intrigue est si vaporeuse et les caractères si singuliers que l’auteur lui-même, ne sachant quel titre lui donner, l’a appelée Comme il vous plaira, nom élastique, et qui répond à tout.
Théophile Gautier, Mademoiselle de Maupin
London Flyer
(As You Like It, the SOHO group - Theatre Nomad, 1998-1999)
Fuente
J. M. W. Turner
Queen Mab's Cave
Fuente
Arthur Rackham
'They were stopped by the strange appearance of three figures'
Macbeth
Fuente
Harold Copping
Hamlet and His Father's Ghost
Postcard
Fuente
Arthur Rackham
'I am that merry wanderer of the night'A Midsummer Night's Dream
Cuando Paulina descorrió la cortina que ocultaba esa famosa estatua, de modo tan perfecto se asemejaba a Hermione, que todo el dolor del rey se renovó ante su vista. Largo rato quedó sin poder hablar ni moverse.
-Me agrada vuestro silencio, mi señor -dijo Paulina-, tanto más expresa que estáis admirado. ¿No se parece mucho esta estatua a vuestra reina?
Al cabo, el rey dijo:
-Ah, de esa manera se erguía, incluso con igual majestad, cuando la cortejé por primera vez. Y sin embargo, Paulina, Hermione no era de tantos años como la estatua muestra.
Paulina respondió:
-Mayor es la excelencia de quien la ha esculpido, que ha hecho la estatua como Hermione parecería de estar ahora viva. Pero dejadme correr la cortina, señor, no sea que dentro de poco creáis que se mueve.
El rey dijo entonces:
-No eches la cortina, ¡ojalá estuviera muerto! Observa, Camilo, ¿no te parece que respira? Sus ojos parecen moverse.
-Debo correr la cortina, mi señor -dijo Paulina-. Estáis tan alterado, que acabaréis persuadiéndoos de que la estatua vive.
-Oh, amable Paulina -dijo Leontes-, ¡que pueda pensar así veinte años enteros! Y aún me parece que el aire sale de ella. ¿Qué delicado cincel podría tallar la respiración? Nadie se burle de mí, porque voy a besarla.
-Mi buen señor, ¡no lo hagáis! -dijo Paulina- El rojo del labio está húmedo, os mancharéis los vuestros de óleo. ¿No es mejor que corra la cortina?
-No, no en otros veinte años -dijo Leontes.
Perdita, que todo el tiempo había permanecido de rodillas, contemplando en silenciosa admiración la estatua sin defecto de su madre, dijo entonces:
-Y el mismo tiempo podría estar yo aquí, mirando a mi querida madre.
-O contened vuestra alteración -dijo Paulina a Leontes-, y dejadme echar la cortina, o preparaos para mayores sorpresas. Puedo hacer que la estatua se mueva de verdad, sí, y que baje de su pedestal y os tome de la mano. Pero entonces creeréis, erradamente, que me ayuda algún poder maligno.
-Cualquier cosa que puedas conseguir de ella -dijo el sorprendido rey-, me alegrará escucharla, porque tan fácil es hacer que se mueva como que hable.
Paulina entonces ordenó que una música lenta y solemne, que había preparado para la ocasión, comenzara a sonar. Y ante la admiración de todos los que allí estaban, la estatua bajó de su pedestal y echó los brazos en torno al cuello de Leontes. La estatua entonces empezó a hablar, rogando bendiciones para su marido, y para su hija, la nuevamente hallada Perdita.
No había ninguna maravilla en que la estatua se abrazase del cuello de Leontes, ni en que bendijera a su marido y su hija. Ninguna maravilla; porque la estatua era realmente Hermione en persona, la verdadera, la reina viva.
Charles y Mary Lamb, Cuento de invierno
('The Winter's Tale', de Tales from Shakespeare)
Ilustraciones de Arthur Rackham (Fuente)
Traducción de Alan
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