04 marzo 2014

CASPAR DAVID FRIEDRICH

En el bote de vela

En el verano de 1818, Friedrich llevó a su prometida, Caroline Bonmer, a Greifswald, donde el hermano y la cuñada de Friedrich se les unieron en una excursión a la cercana isla de Rügen. Esta pintura es un recuerdo del viaje por las tres millas del canal entre Rügen y Greifswald. La silueta en el horizonte es una amalgama de ciudades: Dresde, Greifswald y Stralsund. Friedrich exageró el tamaño del bote y las velas; modificando la escala, quien contempla la pìntura tiene la sensación de hallarse dentro del bote.

Cuando tenía trece años, Friedrich cayó en las aguas de un lago, al resquebrajarse la superficie helada. Su hermano le rescató y pereció ahogado. Pocos años antes había fallecido su madre, diez después lo haría una hermana.

Sus escenas reproducen lugares del norte de Europa, por donde viajó y de los que realizó detallados esbozos. Sin embargo, la composición es totalmente imaginaria. Las figuras, cuando aparecen, se muestran erguidas, de espaldas, como en contemplación; pero incluso sus imágenes más estáticas parece que estén a punto de transformarse. Friedrich es un artista religioso, y sus pinturas quizá reflejan esas tragedias de infancia. En una ocasión dijo: "El artista no sólo debería pintar lo que ve ante él, sino también lo que ve dentro de él."

El Watzmann

En una ocasión Friedrich pasó una semana solo en las montañas, con el propósito de "ver y percibir la naturaleza enteramente". Pero nunca visitó los Alpes, de modo que nunca llegó a ver el Watzmann, excepto en pinturas de otros artistas. La montaña y el glaciar, que nunca se funde, representan a Dios en una de las obras mayores de Friedrich.

Barco de vela en la niebla

Friedrich utiliza una embarcación con las velas desplegadas como símbolo del cristianismo; los tres mástiles aluden a la Trinidad. Puede que Friedrich haya elegido la bandera danesa a causa de su cruz, que se reitera en la forma de los mástiles y del ancla en la proa del barco.

Abadía en el robledal

En el lugar de Eldena, una ruinosa abadía cisterciense a poca distancia de Greifswald, donde nació, imagina Friedrich esta escena funeraria. Una procesión de monjes lleva el ataúd, pasando junto a una tumba abierta, hasta un crucifijo. En el suelo, cubierto de nieve, se esparcen símbolos paganos. También los robles son símbolo de la antigua vida pagana.

Caspar David Friedrich, The Pocket Library of Art, Brockhampton Press, 1997
Traducción de Alan

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