02 octubre 2018

A LA MESA

Toda la familia, unos dieciséis miembros, estaba sentada a la mesa. Junto a la anfitriona había una silla vacía. Miró a su esposo, en la otra punta:

–¿Has llamado a Chimo?

–Está encerrado en su cuarto. No quiere salir.

La mujer se levantó. Corrió, guardando la calma, hasta el pasillo y se detuvo ante una puerta.

Luego se la oyó decir:

–La cena está en la mesa. Están tus abuelos, tus tíos, tus primas. Solo faltas tú.

La puerta se abrió y asomó el pescuezo de un saurio, girándose.

El predador se arrastró hasta su silla, tomó impulso y se acomodó. Se agarró con las patas delanteras al borde y dejó las fauces sobre la mesa.

Frente a él había una niña pecosa que llevaba puesto un corrector dental. Le miró con ternura, sonrió y dijo:

–¡Feliz Navidaz, Zimo!

Texto de Alan


Carafe et bol
Juan Gris

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