"Los muertos y los durmientes, cuánto se asemejan."
Gilgamesh
"Hay en las aguas del pantano un extraño poder que impide la putrefacción.
Se han encontrado cuerpos que deben haber yacido allá más de mil años,
y si bien algo menguados y oscurecidos, aparecen por lo demás inmutables."
Almanaque danés, 1837
El hombre de Tollund (siglos V-IV a. C.), tal como apareció en 1952 en ese pantano de Jutlandia, conservado gracias a las propiedades químicas de la turba y la ausencia de oxígeno. Podemos ver cara a cara un hombre de la Edad de Hierro. En torno al cuello, la soga del sacrificio.
En
The Bog People, el arqueólogo danés P. V. Glob narra la historia de estos hallazgos en Dinamarca y el norte de Europa, y cómo muchos de ellos están relacionados con ritos de fecundidad.
En las edades de Bronce y de Hierro, los pantanos se consideraban lugares sagrados, en los que numerosas ceremonias religiosas, de las que ahora encontramos huella, tuvieron lugar.
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Durante siglos, se ha extraído turba de los pantanos daneses como combustible del hogar, que protegía contra el frío de invierno y calentaba la comida. Mientras ha sido así, han emergido de la turba gentes bien conservadas, de un tono marrón oscuro, para sorpresa, terror y desconcierto de los cortadores de turba. Creían que era el mal encarnado, el Diablo, lo que tenían delante; o bien recordaban historias de siniestros asesinatos sin resolver ocurridos en el distrito, o de personas que desaparecieron sin dejar huella. Difícilmente podían imaginar que muchos siglos separaban sus vidas de la persona muerta en el pantano.
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El hombre de Tollund y muchos otros de los hombres del pantano, después de un breve tiempo como dios y esposo de la diosa -el tiempo de las fiestas de primavera y el recorrido de aldea en aldea- cumplían con la demanda final de su religión. Eran sacrificados y sumergidos en pantanos sagrados; con su muerte se consumaba el rito que aseguraba fortuna y fertilidad a la comunidad campesina para el año entrante. Al mismo tiempo, mediante este sacrificio, quedaban consagrados por siempre a Nerthus, diosa de la fertilidad, a la Madre Tierra, que en recompensa tan a menudo ha bendecido sus rostros, preservándolos a través de milenios.
Y una curiosa relación entre arqueología y leyenda. En uno de estos cuerpos, hallado el siglo XIX en el pantano de Juthe, cerca de la corte real de Jelling, al este de Jutlandia, vieron algunos el auténtico cadáver de la hermosa, astuta y malévola reina Gunhild, salvajemente asesinada por su prometido, el rey Harald, según las crónicas. Este es el poema
Reina Gunhild, escrito en 1841 por Steensen Blicher:
Entonces
Entonces vestías de marta y cebellina
Te adornabas con joyas preciosas
Gemas y perlas en tu cabello dorado
Malignos pensamientos en tu mente.
Ahora
Ahora yaces desnuda, arrugada y horrible
Con una calavera vacía por cabeza
Más negra que la estaca de roble
Que te desposó al pantano.
Textos: P. V. Glob, The Bog People
Traducción de Alan
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