ROMANCE DE MORIANA
Arribó en bajel un moro
hasta una escondida playa;
el turbante en la cabeza,
al cinto la cimitarra,
las babuchas por espuela,
sobre una yegua alazana.
Ve, recostada en la arena,
a una extranjera lozana.
“Decidme, buena señora,
el camino de Granada”.
Ella, con desenvoltura,
muy gentil se lo mostraba.
“Al pie de aquella alta sierra,
entre los bosques, se alcanza”.
Cuando la tarde caía,
llegó el jinete a la Alhambra.
Ve a una joven, prisionera,
en lo alto de la alcazaba.
“Digas me, bella señora,
¿tú eres mora o eres cristiana?”
“Mi padre nació en Argel,
mi madre muy cerca de Ávila;
y, desde que era chiquita,
a mí me llaman Moriana”.
Texto de Alan
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