PUES YO SÍ
BENAVENTE Y EL GIGANTE
Un día el menudo Benavente, en uno de sus paseos, se metió por el callejón de San Ginés.
Aún hoy, puede tenerse la experiencia de entrar por la calle Arenal y salir a la calle Mayor, o al revés.
Aún hoy, puede tenerse la experiencia de entrar por la calle Arenal y salir a la calle Mayor, o al revés.
Entonces no era un pasadizo tan concurrido. A pesar de la estrechez, la ligera inclinación y el suelo empedrado, parecía más una calle de western, donde solo corre el viento, y se escucha solo el paso del bastón.
De repente vio venir, en sentido contrario, a un hombre de gran corpulencia, y además, cosa extraña, agilidad. Fueron acercándose uno a otro, hasta llegar a la misma altura. El gigante se detuvo en mitad de la calleja y prorrumpió:
—¡Yo no le cedo el paso a un maricón!
Benavente se echó a un lado y dijo:
—Pues yo sí.
No lejos está la plaza que lleva su nombre. No es una plaza bonita, a pesar de (o quizá por) hallarse cerca de la plaza Mayor, la Puerta del Sol y ambos madrides antiguos. Si alguien me preguntara, lo primero que se me ocurriría, para su desconcierto o asentimiento, es que allí termina su ronda el 6, y vuelve a iniciarla de nuevo.
Texto de Alan
0 comentarios:
Publicar un comentario