22 marzo 2019

EN LAS ROCAS
INVENCIÓN



—Al principio no se ve la charca. Por qué es así no lo sé, quizá es el tiempo que nos conceden. Está detrás de los lavaderos, a una hora de camino. Cuando pasen unos días, la notará muy cerca, empezará por escucharla. Ninguna senda conduce allí, de modo que es el lugar de reunión preferido por los muchachos, y el único que pueden llamar suyo. Lo primero que se distingue desde el camino es la casa de ventanas rojas, sobre un promontorio de rocas ásperas, irregulares. La casa es alargada y baja, como un brazo de piedra, y su color recuerda un poco el color de la piel. Luego la carretera desciende, en un giro, y la casa desaparece. Al salir de la revuelta, vuelve a surgir poco a poco, y a sus pies se ve un lago, rodeado de sombra y cañas, de un agua tranquila. Hay que dejar el coche y subir un estrecho paso que circunda la roca. Según se asciende, se siente el olor de los pinos, del otro lado, y se escucha ladrar a los perros, de modo que cuando uno llega arriba, siempre hay alguien en la entrada, mirando a ver quién se acerca.

Texto de Alan









Atrio de San Juan de los Reyes, Toledo
Fotos de Alan

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